La editorial Condé Nast -creadora de revistas legendarias como Vogue, Vanity Fair, Architectural Digest o The New Yorker- siempre supo que estaba sentada en una mina de oro: su archivo fotográfico de alrededor de 8 millones de imágenes.
Muchas de ellas hicieron historia, o pertenecieron a profesionales y firmas que son admirados en todo el mundo. Algunas tienen más de 100 años y son testimonio de otra época, otras maneras de vivir, otros estilos o hábitos y costumbres.
Y si bien Condé Nast no es dueña de los derechos de todas las fotos – Annie Leibovitz, por ejemplo, es dueña de los derechos de las suyas que fueron publicadas en Vogue y Vanity Fair- piensa poner a buen uso eso que hasta ahora era solo una riqueza documental en sus archivos y pasillos.
Según reportó el diario norteamericano The New York Times, este material podría ser ahora vendido en impresiones de edición limitada, pero también como ilustraciones en remeras o tazas por encargo. Es Vogue convertida a merchandising.
No se termina ahí. Las imágenes podrían estamparse en “tote bags”, almohadas, entre otros objetos; es algo que «por izquierda» ya hacían empresarios inescrupulosos. Pero ahora habrá ediciones limitadas oficiales de la riqueza de esas imágenes.
Ya se hizo una prueba piloto, aseguró el diario norteamericano, con una edición de la tapa de The New Yorker inspirada en “Purple rain”, en la ocasión de la muerte del cantante Prince en 2016.
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The New York Times
Condé Nast