Saint Laurent cerró la Semana de la Moda de París con un estilo espectacular la noche del martes, con la Torre Eiffel brillando contra el cielo nocturno y un vasto escenario de ónix negro pulido hasta un brillo de espejo.
La colección de otoño del diseñador Anthony Vaccarello refinó los códigos de la casa en siluetas puras e impactantes, donde la sastrería impecable y los hombros imponentes marcaban la pauta.
Las modelos se movían con serena autoridad por el escenario de ónix, con looks definidos por proporciones audaces, ricas texturas y una sensación de poder minimalista.
“Chanel les dio libertad a las mujeres. Yves Saint Laurent les dio poder”. Las famosas palabras de Pierre Bergé, socio de Saint Laurent, resonaban en cada corte y contorno, indicó Thomas Adamson, quien cubrió esta semana de la moda para AP.
Colección Saint Laurent
La visión de Vaccarello era de fuerza sin excesos: blazers estructurados usados como vestidos, faldas tubo impecables y chaquetas bomber que irradiaban una frescura natural. Estas prendas no seguían las tendencias; llamaban la atención.
Un desfile de esta magnitud atrajo a un público igualmente formidable. Austin Butler, Zoë Kravitz, Kid Cudi y Charli XCX ocuparon sus asientos al tiempo que la pasarela cobraba vida. E
l momento más esperado de la noche llegó con Bella Hadid, quien realizó su singular aparición en la pasarela de la temporada. Su presencia encendió las redes sociales, reafirmando el dominio cultural de Saint Laurent.
Vaccarello siempre ha entendido el lenguaje del estilo de vestir con poder, y esta temporada no fue la excepción. Las líneas de los hombros fueron audaces y deliberadas, definiendo los blazers estructurados, los vestidos de cuello alto y las elegantes prendas de abrigo de la colección.
Las modelos desfilaron por el escenario tenuemente iluminado en tonos ricos y saturados —mandarina, fucsia y verde hierba intenso— que aportaron profundidad a una estética por lo demás sobria.
Los tejidos experimentales realzaron la colección: estampados florales y animales recubiertos de silicona, materiales elásticos combinados con encaje de guipur y textiles de alta costura con efecto desgastado.
Los looks de cierre, con faldas voluminosas y esculturales insertos en la cadera, aportaron un movimiento hipnótico y fluido al desfile.
Con una ejecución impecable y un escenario que reforzó su impacto, el otoño de Saint Laurent demostró que la potencia, la precisión y el control eran fundamentales, probando que algunos legados no se desvanecen. Evolucionan.
Las chaquetas se ajustaban al cuerpo como una armadura, mientras que las faldas hasta el suelo ondeaban con un aire de dramatismo controlado. Las chaquetas de cuero sobre vestidos estructurados intensificaron la elegancia, un recordatorio de que vestir con poder no significa concesiones, sino control.
La palabra del diseñador
Saint Laurent siempre ha caminado en la línea entre lo masculino y lo femenino, y Vaccarello perfeccionó esa tensión con una sastrería precisa y un volumen calculado.
Según declaraciones que publicó AP, al desfile lo acompañó una nota: «En lugar de expresarse a través de adornos o rellenos, las telas y la confección precisa dan forma a las prendas. Las formas y los volúmenes puros se derivan de la confección y el corte.
Por otra parte, el escenario fue tan impactante como las propias prendas. El desfile se desarrolló en un vasto y brillante óvalo de ónix, un contraste deliberado de fuerza y sofisticación. Las paredes digitales, veteadas de marrones terrosos y negros, vibraban con movimiento, reforzando la profundidad de la colección. Bajo la estructura de acero de la Torre Eiffel, la escena se sentía monumental, como el cierre del mayor escenario de la moda.